
Acaso caminando por tu calle,
de angosto berretín adoquinado,
me venga a la memoria tu recuerdo,
bajo un negro cielo lóbrego de amores.
Acaso imaginando tu mirada,
argamasa de blandura y arrebato,
vea en tu estampa de encanecidas sienes,
una elección de vida, si se quiere grata.
Acaso me despierte en esa casa,
con olor a ti y olores a otras gentes,
y busque tu rostro entre las cerrazones,
para rozar tu boca dulcemente.
Acaso me empecine en descubrirte,
sol de primavera, ilusión trunca del otoño,
y en esta oscuridad batir el parche,
que mágicamente me lleve a erradicarte.
Acaso me termine convenciendo,
en esta evocación tan insistente,
que debo pasar del sueño a la quimera,
y provocar un éxodo de trasnochados ecos…